martes, 5 de mayo de 2009

TRANSGALAICA 2009: EL REINO DEL RALLIE-MAN


Las sensaciones eran buenas, la preparación había resultado todo un éxito tanto a nivel mental como físico pero la hora de la verdad había llegado y todo lo que había sido positivo podía quedar en nada si fracasábamos en nuestro nuevo reto. Era una responsabilidad enorme ya que era la primera vez que La Banda participaba en un evento de este calibre y definitivamente aquí podíamos enterrar nuestro nombre para siempre o hacer que este comenzara a sonar en los círculos más pros del panorama biker nacional.
La cita era en Pontillón do Castro (Berducido) y hacia allí nos dirigíamos con la cabeza llena de dudas y Banzai sonando en el reproductor del coche. Hacia las 9:20 de la mañana llegamos a nuestro destino y fue en ese instante cuando las verdaderas dudas asaltaban a nuestros protagonistas (a uno más que otro). La vista era espeluznante, cuerpos cincelados a golpe de pedal sin un atisbo de grasa en cada uno de sus rincones (chicas, teníais que haber venido), piernas curadas por el sol y recién aceitadas brillaban más que el astro rey que se sentía eclipsado por aquellos extraños brillos, muchos ya entrenaban subiendo aquellas rampas que rodeaban las instalaciones, bicis rígidas de no mucho más de 10 kilos de peso y sabe Dios cuantos euros, manillares planos...
Sin duda estábamos en su reino, en sus dominos, allí la raza dominadora era la del RALLIE-MAN y nosotros eramos unos infiltrados, unos simples hobbits en el oscuro mundo del mal y de los orcos (una Remedy para atraerlos a todos, una Fuel Ex8 para atacarlos, en la tierra del RALLIE-MAN donde sólo hay repechos).
Las palabras pronunciadas por Iago ("uy, aquí hay mucho nivel, estamos fuera de lugar") eran tan estremecedoras como las del gran mago Gandalf cuando fueron atacados por el Balrog en Moria ("este rival los supera a todos, aquí las espadas ya no sirven de nada, corred"). A pesar de todo salimos del coche y fuimos a inscribirnos mientras buscábamos con la mirada alguno que pareciera normal. Yo contaba con la ventaja de parecer uno de ellos ya que puedo tener muchas cosas en mi cuerpo pero la grasa no es una de ellas pero el "grueso" iba terriblemente preocupado.
Justo antes de formar la parrilla de salida la megafonía anunciaba que tuvieramos cuidado ya que el monte estaba lleno de animales sueltos, y yo me preguntaba ¿pero no son estos los animales?. Cuando los corredores importantes (entre los que no estábamos nosotros) fueron colocados en las primeras posiciones de la parrilla de salida dieron la orden para que los demás nos colocáramos en posición para comenzar la prueba. Como buitres, hienas o chacales los participantes se avalanzaron hacia la salida para coger un buen puesto habiendo incluso alguno que saltó la valla para ganar así unas posiciones. Entretanto Iago y yo nos quedamos tranquilos observándolo todo y como no ocupando las últimas posiciones del pelotón. Nuestra meta no era llegar los primeros sino simplemente terminar la carrera, y lo demás ya se vería.
Y así dieron la salida y comenzamos a pedalear, la afluencia de corredores no era a la que estábamos acostumbrados en las marchas y aquí había mucha menos gente (esto simplemente era para mayores y los niños se quedaron en casa). A los pocos metros de comenzar nos topamos con la primera rampa del circuito (recordemos que había que dar dos vueltas a un circuito de 30 kilómetros) donde aparte del desnivel que era bastante se veía dificultada por las piedras y los surcos hechos por el agua. Manteníamos las últimas posiciones del pelotón y nos la tomamos con calma ya que no queríamos forzar en exceso y luego pagarlo en la segunda vuelta además de no querer sacarle la victoria a quienes realmente la necesitaban (en esta ocasión habíamos venido en son de paz, quien sabe la próxima). El circuito discurría siempre por pista forestales anchas careciendo de trialeras o partes muy técnicas y con un par de bajadas largas y muy rápidas donde alcanzábamos los 50 kilómetros por hora y donde Iago disfrutaba de los saltos y las trazadas a gran velocidad.
El circuito era duro ya que estaba lleno de continuos recpechos que poco a poco iban desgantando las fuerzas de los participantes. Justo en el kilómetro 15 se encontraba la parte más dura de todo el recorrido, una rampa de gravilla de unos 500 metros con un desnivel considerable y que cuando giraba a la izquierda para salir del terreno con gravilla se empinaba aún más en un durísimo repecho de unos 200 metros que te hacía temblar hasta las pestañas. Una vez ganado el llano de nuevo las piernas se fueron relajando mientras llegábamos a otra parte dura, un largo falso llano de hierba que no te daba tregua y hacía que el esfuerzo fuera continuado y que las piernas estuvieran siempre en tensión haciendo que cada pedalada fuera dada con intensidad. Este tramo lo realizamos practicamente en solitario, muchos había por delante y alguno que otro por detrás. Ibamos tranquilos y sin precipitarnos, sabíamos que había que llegar a la segunda vuelta con garantías para poder seguir en carrera aunque visto ahora nuestro planteamiento quizás haya sido un poco reservón de más.
De nuevo salimos a una pista ancha de gravilla con algún repecho que poco a poco fuimos solventando hasta que llegó el mazazo en forma de un corredor de la organización que nos dijo que nos iban a cortar ya que no estábamos en tiempo. Al principio nos sentó como un tiro y ya pensamos que todo estaba perdido pero al segundo reaccionamos y decidimos no rendirnos sin luchar ("a mi no me corta ni Dios" pensé). Así como nos dijo eso salimos detrás del fulano y aprovechando que nos pilló en un tramo de bajada comenzamos a darle caña al asunto adelantando a alguna gente,después llegóotro duro repecho donde lo dimos todo para ganar finalmente otro tramo de una rapidísima bajada de gravilla que nos llevaba ya a la meta. Incluso nos dio tiempo a parar y tomar una barrita y un aquarius antes de salir ahora ya más tranquilos por el fuera de control y afrontar la segunda vuelta. A los pocos minutos de comenzar la segunda vuelta escuchamos por la megafonía que quedaban 2 minutos para el fuera de control así que lo salvamos por los pelos.
Parte de la primera vuelta y gran parte de la segunda fuimos rodando con Bernabé, un colega del chollo que también se animó al reto de la transgalaica. Justo al comienzo del primer repecho de esta segunda vuelta Iago tuvo un pequeño problema con el cambio (estaba flojo) y le quité un poco de ventaja pero pronto volvimos a rodar juntos. Ahora ya conocíamos el trazado y podíamos medir mucho mejor las fuerzas. La primera mitad del circuito la hicimos a un ritmo similar pero a partir de la durísima subida del kilómetro 15 La Banda dio un recital de Mountain Bike, especial mención la excelente subida de Leirós por esas rampas donde adelantó a todos los que venían con nosotros y que no consiguieron volver a contactar (aquí el documento gráfico del final de la subida).




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A partir de aquí la historia es grande, Iago se sentía fuerte y tras pasar la dificultad más importante del recorrido comenzamos a darle un poco de ritmo al asunto, en el santuario de los RALLIE-MAN los dos pequeños infiltrados comenzaron a levantar el polvo y las piedras de las pistas que pisabámos. La parte del falso llano del sendero de hierba nos llevó de nuevo a visualizar la pista ancha de gravilla donde se veía a lo lejos otra víctima más del exigente recorrido, sabíamos que era cuestión de minutos que cediera a nuestras embestidas y pronto lo adelantamos en un tramo llano donde rodábamos a más de 35 kilómetros por hora. Iago iba envalentonado, sabía que esto ya estaba conseguido y se veía que disfrutábamos encima de la bici. El mayor espectáculo llegó en el penúltimo tramo de bajada, un sendero estrecho y con piedras donde adelantamos a unos cuantos corredores más. En este punto del recorrido íbamos totalmente cegados por la velocidad y la gente sólo podía aparterse o morir en el intento de no dejarnos pasar. Sólo nos quedaba un último repecho rompepiernas y la bajada final que nos llevaba ya a la meta. La bajada era larga y un poco peligrosa debido a la gravilla,los surcos y la gran velocidad que se alcanzaba y fue en este punto donde el señor Leirós rompió definitivamente el cambio y pinchó. El último kilómetro fue realizado en estas condiciones, Iago pedaleando como podía con la rueda pinchada y el cambio inservible, el cheri empujándolo en los tramos que lo requería pero lameta ya estaba a la vista y por fin después de 3 horas y 56 minutos culminamos nuestra primera maratón.

La experiencia resultó todo un éxito y si a priori el resultado parece mediocre, para nosostros ha sido todo un triunfo y más si pensamos que el objetivo era intentar terminarla. Para el año espero que podamos repetir la experiencia pero ya no seremos unos novatos, ahora ya somos unos TRANSGALAICOS y haremos morder el polvo a más de uno.

sábado, 2 de mayo de 2009

Previa-maratón: Pozas de Mougás y otras cumbres



















Queridos compañeros, una vez más estamos aquí para contaros las novedades de La Banda. A menos de 24 horas para la gran cita de la semana y posiblemente del mes os queremos informar sobre las últimas actividades llevadas a cabo por algunos de los miembros de esta cada vez más desvencijada Banda.



Haciendo caso omiso a la Sport and Life, al fisioterapeuta y a las demás voces discordantes, el que esto escribe y el señor Iago Leirós (el mamut de Mos) decidimos dedicar el Viernes día del trabajador a subir a las Pozas de Mougás. Con las mochilas cargadas de comida (jamás os podréis imaginar la de comida que cabe en la mochila del Leirós) y las piernas llenas de energía y fuerza salimos desde Citroen con destino al bonito paraje antes mencionado. La llaneada hasta pie de puerto fue compartida con los Pinarellos que a raudales nos adelantaban sin rubor pero sin saber también que nuestra gesta era mucho más grande de lo que cabía imaginar de aquellos dos bikers fuera de sus dominios naturales. La única dificultad digna de mención en este tramo sería el fuerte viento que nos empujaba hacia atrás como queriendo evitar que llegáramos a nuestro destino. Con cada pedalada y cada kilómetro ganado nuestra fuerza y nuestros ánimos iban en aumento.



La subida inicial del puerto hasta el cruce que baja a Las Pozas (unos tres kilómetros aproximadamente) fueron afrontados con tranquilidad aunque el ritmo era vivo y decidido. La conversación (en esos momentos era musical) hacía más amena y llevadera la subida que a pesar de no tener grandes rampas nos exigía esfuerzo y concentración ya que había pocos descansos y veníamos de llanear muchos kilómetros por lo que las piernas todavía no estaban adaptadas a esa nueva cadencia.



El sol hacía ya tiempo que calentaba con fuerza pero ahora ya estábamos de nuevo en nuestro terreno, cobijados del asfalto por la bonita senda que baja a Las Pozas y del sol por la sombra proyectada por los árboles. Es una bajada no muy rápida pero llena de entretenimientos en forma de piedras para saltar y curvas cerradas para aprender a trazar de una vez. El regalo viene dado en forma de una preciosa cascada que nos obliga a parar y hacernos una foto con los pocos restos de batería que conservaba la cámara. Un tentenpié a orillas de la gran poza y de nuevo a subir lo que instantes antes habíamos disfrutado en la bajada (a esas alturas ya habíamos decidido enlazar Las Pozas con Chan da Lagoa). Mientras subíamos de nuevo hacia la carretera nos encontramos con lo que esta Banda debería de ser y jamás será, o sea, con un gran grupo de unos 15 ó 20 bikers que habían dedicado también ese día a su verdadera afición que es el BTT. A nosotros todavía nos queda mucho para alcanzar ese poder de convocatoria y más si pensamos que después de tres años todavía no hemos conseguido juntarnos los 8.



Salvado el escollo que nos separaba de la carretera comenzamos la ascensión hacia Chan da Lagoa, 7 kilómetros de subida bajo un sol del que ahora no podíamos escapar. Tampoco esta ascensión tiene rampas excesivamente duras pero son su longitud y la ausencia de sombras los que hacen que la subida se haga bastante dura y más si en sus dos últimos kilómetros el viento vuelve a recordarnos que es el mayor enemigo para los ciclistas. Las vistas que alcanzamos a ver en el final de la ascensión son la recompensa al esfuerzo realizado, ahora sólo nos queda bajar hasta Chan da Lagoa. Lo que por carretera se haría en algo menos de 10 minutos tardamos en recorrerlo casi una hora ya que anteponemos nuestro afán de aventura y conocimiento a la cotidianidad de lo ya conocido y decidimos buscar una ruta alternativa por monte que nos lleva a descubrir nuevos y apetecibles senderos pero que también nos desvían de nuestro objetivo.






Los que os acordéis, siempre que salgas con Iago en bici cuenta por lo menos con un pinchazo y las 2:15 del mediodía le pareció la hora más idónea para hacerlo, eso si, después de hacer una bajada por donde no la había, por el medio de monte donde lo más fácil era pinchar o joder la bici con un palo. Arreglamos la avería y por fin llegamos a Chan da Lagoa para dar cuenta de los sabrosos bocadillos que el mismo Iago había hecho antes de salir con todo el amor del mundo (gracias por los bocatas Iago-Arzak).




La comida resultó placentera rodeados de churrasqueros que devoraban sus viandas sin ofrecer nada a los sufridos bikers, el sol calentaba y nos quería adormecer pero resistimos la tentación y nos dispusimos a seguir la etapa. Casi 70 kilómetros adornaban nuestros cuentas pero las fuerzas estaban intactas y más ahora que íbamos a hacer el descenso de Chan da Lagoa, la hora de los niños había pasado y los hombres tomaban ahora las riendas del juego. Con Iago por delante como es menester bajamos dándolo todo por el descenso, que resulta rápido y técnico a la vez y donde el cheri voló de cabeza aunque sin consecuencias para su integridad física. Seguimos el descenso disfrutando de cada piedra y Iago de cada salto hasta llegar de nuevo a la carretera que nos conducía hacia Baiona. Fue un buen comienzo para desentumecer las piernas ya que ahora era la subida de Gondomar la que nos aguardaba. Las fuerzas no eran las mismas que a la salida pero los casi 4 kilómetros de subida no nos impidieron continuar hasta el Galiñeiro, que lo ascendimos enteramente por monte para bajar a continuación por uno de los atajos donde el Cheri se dedicaba a perseguir la rueda de Iago aunque pocas veces pudiera seguirla (baja como un puto demonio el hijo puta, un día me ostio por su culpa). La guinda para culminar esta etapa la puso el ascenso al Monte dos Pozos y su descenso, además Iago puso un fuerte ritmo en la subida a pesar de los kilómetros que llevábamos en las piernas. la bajada como siempre, Iago a toda ostia y el cheri a comer polvo. En definitiva 105 kms y 6 horas encima de la bicicleta y otro día inolvidable de Mountain Bike. Se echó de menos al resto de componentes de La Banda pero tristemente ya nos vamos acostumbrando a sus ausencias.


Hoy para rematar la preparación para la maratón hemos salido por la mañana a dar una vuelta pequeña. Mañana quizás estemos muertos o no terminemos la prueba pero al menos lo habremos intentado y no nos hemos quedado en cama...