lunes, 10 de agosto de 2009

Camino de Santiago

La vida es aventura y está llena de retos y son estos los que en definitiva le dan sentido a nuestra existencia. La Banda del Cheri es como la vida, está llena de retos, aventuras y pasión. Se puede pensar que hacer Vigo-Santiago siguiendo los pasos de nuestros ancestros peregrinos no es un reto lo suficientemente complicado para los miembros de La Banda, y más si tenemos en cuenta que esta ruta ya fue realizada hace un par de años pero el reto en esta ocasión no era la capacidad de resistencia o aguante físico de los integrantes de La Banda sino que ahora lo que realmente se medía era la capacidad de supervisión en una marcha compuesta no solo por miembros de La Banda sino por personas ajenas a la misma y no acostumbradas a la realización de tales aventuras. No queremos con esto restar mérito a los cuatro aguerridos e intrépidos "mateistas" que se apuntaron al reto de Santiago ya que por mucho apoyo externo que se les pudiera ofrecer nadie puede pedalear por ellos y todos y cada uno de los kilómetros recorridos son enteramente de ellos y de sus piernas.
Antes de comenzar el relato de lo acontecido durante el camino procederé a presentar a los integrantes del pelotón: representando a La Banda del Cheri se encontraban Dani , Iago y por supuesto el Cheri. El Mateo iba representado por Jose, el Pinilla, un zamorano y un suizo.
Por fin había llegado el día, la cita, como no, era en el Bar Mateo y la hora de partida las 8 de la mañana (una hora excesivamente temprana para algunos de nosotros pero había que sacrificarse). Al contrario de otros retos realizados por La Banda no había caras de ilusión en los integrantes del pelotón y estas eran sustituidas por caras de sueño en unos, incertidumbre en otros y caras que decían bien a las claras "¡dónde cojones me metí con lo bien que se estaba en cama!". Con caras o sin ellas partimos a las 8:30 de la mañana rumbo a Santiago y ya no paramos de pedalear hasta... la calle Cantabria, 5 minutos después de comenzar. La cadena de la bici de Jose dijo que no quería ir y decidió romper en plena subida. Gracias a Iago y su troncha (que no gracias a la troncha de Iago) la avería fue resuelta y pudimos reanudar la marcha. Decidimos ir por el Camino de la Traida ya que era el acceso más asequible para terminar en una vertiginosa bajada por carretera hasta Redondela y desde allí seguir las marcas hasta Santiago. El tramo de la Traida lo hicimos tranquilos y sin esfuerzo, en la bajada hasta Redondela todos disfrutamos un poco de la velocidad ya que la carretera se brindaba a ello por su anchura y por carecer de dificultad en sus curvas. Así la gente llegó bastante relajada y contenta a Redondela donde las marcas nos llevaron por callejuelas estrechas y en obras hasta sacarnos de la urbe y meternos ahora si por caminos vecinales alejados de la carretera. Mientras el Pinilla se metía con todo el que se cruzaba en su camino el Zamo gruñía "porque coño nos hacen dar tantas vueltas si por la carretera llegábamos al mismo sitio".
Si bien el camino no era excesivamente duro ni complejo las pequeñas subidas entre casas y curvas iban haciendo que las piernas se fueran poniendo duras y que el esfuerzo aunque no continuado fuera casi siempre constante. Creo que fue poco antes de llegar a Arcade cuando nos topamos con una subida de asfalto bastante dura en la cual Iago se quedó atrás con Zamo y lo ayudó para que pudiera subirla sin bajarse de la bici. Esta dura rampa culminaba en una pista de tierra donde Iago y su flamante Orbea Occam de carbono cedida por Bici Total (tu tienda de confianza) sufrieron el primer pinchazo del día. Para no perder más tiempo, los "mateistas" continuaron el camino comandados por Dani mientras Iago y yo (más Iago que yo) reparábamos la avería. Pronto contactamos de nuevo con ellos ya que Jose tenía problemas con el pedalier que se le aflojaba y necesitaba una llave Allen para poder continuar.
Sabíamos que a la salida de Arcade había una subida bastante dura de monte con bastantes piedras y con bastante humedad que la hacía más resbaladiza y dura pero resultó menos complicada de lo esperado ya que estaba arreglada y la subimos mucho mejor de lo que pensábamos. La idea era comer en Caldas de Reis y el horario acompañaba. Paramos un rato en Pontevedra para tomar algo (un poco de agua, un bocata, algún helado y alguna cerveza) y darle un respiro a las piernas y continuamos el camino sabiendo que ya faltaba algo menos.





Todavía nos quedaban algunos repechos de monte antes de llegar a Caldas pero poco a poco los fuimos solventando y avanzando en nuestro camino. De los 4 "mateistas" Pinilla y Jose eran los que mejor lo llevaban, el Suizo se destacaba en los tramos más favorables y sufría en las subidas mientras que Zamo llevaba un ritmo muy constante durante toda la travesía sufriendo casi desde el inicio del camino pero manteniendo y controlando muy bien sus fuerzas. Antes de llegar a Caldas hicimos otra pequeña parada aprovechada para comer algunos y para echar un pitillo otros.
Con algo más de la mitad del camino recorrido por fin llegamos a Caldas de Reis donde paramos a comer. Era la 1:30 del mediodía, una hora perfecta para comer tranquilamente y poder encarar los últimos 40 kilómetros con las garantías suficientes. Aquí os muestro una imagen de la parada y comida en Caldas, no es apta para personas sensibles pero esta es la imagen de un peregrino camino de Santiago.



Casi como al comienzo de la etapa la salida de Caldas se vio truncada por un nuevo pinchazo, esta vez era Jose quien pinchaba la rueda delantera. Decidimos que el Zamo y el Suizo continuaran mientras los demás nos quedábamos a cambiar la cámara ya que eran los que iban más justos y así podríamos adelantar un poco de tiempo. Una vez subsanada la avería y tan solo 10 minutos más tarde de nuevo la cadena de Jose volvía a decir basta y se rompía en medio de una subida de gravilla. Nueva parada y nueva reparación del Señor Leirós quien se estaba conviertiendo en el auténtico lider de la travesía. Jose estaba desesperado y ya no sabía que pensar.



Mientras todo esto pasaba nadie sabía lo que ocurría entre el Zamo y el Suizo (nos lo tendrán que contar ellos), algunas voces en el pelotón decían que se habrían peleado o incluso perdido...
Con la cadena de Jose arreglada de nuevo (pero cada vez con menos eslabones y menos capacidad de tensión) continuamos por el camino de gravilla acercándonos a nuestro objetivo. Dicho camino estaba cruzado constantemente por regatos de agua que lo atravesaban por una canalización de piedras que fueron el origen de un nuevo pinchazo de Jose, era increíble pero de nuevo teníamos que parar para reparar otra avería. En esta ocasión Jose decía "así no llegamos a Santiago, voy a llamar a mi novia para que me venga a buscar". Al final arreglamos el pinchazo y continuamos con la esperanza de no sufrir ningún nuevo percance. Durante este tramo Jose bajó radicalmente el ritmo por miedo a forzar la cadena y que le partiera de nuevo. Pocos kilómetros antes de llegar a Padrón enlazamos con Zamo y el Suizo que nos estaban esperando en un parque. La cadena de Jose estaba a punto de partir de nuevo y hubo que volver a quitarle eslabones, por supuesto que fue Iago otra vez el encargado de reparar la avería y al final decidimos que había que parar en una tienda de bicis para cambiar la cadena ya que esta no llegaría a Santiago. Fue llegar a la tienda de bicis de Padrón y pronto nos atracaron, 18 pavos por una cadena y eso que le dijo que quería una barata. Con la cadena nueva Jose rodaba ya mucho mejor y más cómodo. A partir de aquí ya fuimos todos juntos para afrontar los últimos kilómetros. Las piernas ya llevaban una buena paliza y era ahora cuando los esfuerzos se empezaban a pagar de verdad. Los últimos 10 ó 15 kilómetros se hicieron más que por fuerza física por cabeza ya que sabíamos que el objetivo estaba cerca y había que sufrir un poco más. Ahora más que nunca el apoyo de La Banda era fundamental para que algunos de los integrantes del pelotón siguieran pedaleando y salvando los repechos que nos quedaban. Poco antes de llegar a Santiago Dani también estaba pinchado y realizó los últimos kilómetros con bastante cuidado para no romper la cubierta definitivamente (es lo que tiene el mundo de la competición). Así no pudo disfrutar de lamejor bajada de todo el camino, un pequeño sendero de piedras bastante estrecho que moría al pie de unas casas antes de llegar a la carretera que definitivamente nos llevaba a la gran subida del hospital de Santiago. Una vez en la capital gallega fuimos callejeando antes de llegar por fin a una abarrotada Catedral que nos esperaba con ansiedad. Lo habíamos logrado, siete horas de pedaleo desde Vigo para llegar por fin a Santiago.
Desde aquí quiero dar la enhorabuena a todos los integrantes del pelotón, santiago ya está conquistado ahora sólo nos queda el MUNDO...